viernes, 12 de septiembre de 2025

VIDA, DULZURA Y ESPERANZA NUESTRA


    “María tiene muchos nombres, y es para mí un gran gozo llamarla con ellos. Es la fortaleza donde habita el poderoso Rey de reyes, mas no salió de allí igual que entró: en Ella se revistió de carne, y así salió. Es también un nuevo cielo, porque allí vive el Rey de reyes; allí entró y luego salió vestido a semejanza del mundo exterior (…). Es la fuente de la que brota el agua viva para los sedientos; quienes han gustado esta bebida llevan fruto al ciento por uno. Es la llave para la puerta del cielo” (San Efrén de Siria, Himno por el Nacimiento de Cristo, 11).


    Hoy es la memoria del Dulce Nombre de María. En este texto, del santo padre y doctor de la Iglesia San Efrén el Sirio (306-373), su autor afirma que este nombre es más que un simple sonido: es un eco de gracia, un refugio seguro, una puerta al cielo. San Efrén nos recuerda que María tiene otros nombres: de gozo, de fuerza, de consuelo, de cielo nuevo, de fuente viva. No es sólo el nombre que pronuncia el ángel, sino aquel que se convierte en vestidura de Dios, en reclamo de misericordia, en manantial de esperanza para quienes sedientos buscan beber el agua viva.


    Al decir “María”, evocamos ese misterio: la humildad que acoge al Verbo, la virginidad fecunda, la presencia de Dios hecho carne en medio de las sombras del mundo. María de “nombre dulce”, nombre maternal, nombre de Estrella, como San Bernardo lo enseñaría en uno de sus sermones; porque María significa también Estrella del mar, luz que nos guía, faro en las borrascas.

    Así como “Mara” -nombre que alude a amargura en hebreo- nos recuerda las pruebas, también María nos enseña que de la amargura Dios puede sacar dulzura, de la prueba puede hacer brotar gracia, y de la noche, luz.


    Invocar su nombre no es una mera expresión devocional: es un acto de fe, es buscar protección, es reconocer que bajo su amparo la vida encuentra sentido aún en medio del dolor. Que cada vez que lo pronunciemos lo hagamos con humildad, con esperanza, con entrega, sabiendo que su nombre no nos abandona, sino nos abre al amor de Dios, nos conduce hacia Jesús.


    Virgen Santa, Estrella del mar, dulce María cuyo nombre trae consuelo a los que creen: haz que pronunciarlo sea siempre para nosotros un acto de confianza, un eco de fe, un refugio en la tormenta, y que, a través de tu nombre, podamos acercarnos de verdad a tu Hijo Jesús. Amén.

1 comentario:

  1. ¡¡¡Flor del Carmelo, viña florida, esplendor del cielo, virgen singular. Oh Madre amable, mujer sin mancilla, a los carmelitas y a toda le humanidad, protégenos siempre, Estrella del Mar!!!

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