martes, 16 de septiembre de 2025

CAMINO DE DOLOR Y SOLEDAD


    “Iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: ‘No llores’” (Lc. 7, 11-13).


    En el Evangelio de la misa de este martes, observamos cómo Jesús y la mujer viuda de Naín recorren caminos opuestos: Él se dirige hacia un lugar donde viven personas, la ciudad de los vivos; ella, en cambio, avanza hacia la ciudad de los muertos. Es viuda, ha perdido a su esposo, y ahora le ha sido arrebatado el hijo único. La muchedumbre la rodea, pero eso no le evita experimentar una soledad desgarradora. Su dolor es terrible, afilado como un puñal, y por eso, al verla, a Jesús se le conmovieron las entrañas. Tal vez en ese momento pensó en su propia Madre, que también un día lloraría la pérdida de su Hijo único.


    El encuentro tiene lugar en el camino, como tantos otros en el Evangelio de san Lucas. Y Jesús no la saca de ese sendero de dolor, pero cambia su rumbo: con una sola palabra —“No llores”— abre una posibilidad nueva. No es un consuelo vacío, sino una palabra que realiza lo que dice, una palabra que lleva dentro la fuerza de la vida, una palabra que tiene que ser creída. Y así, al pronunciarla, se prepara el milagro: devolver el hijo a su madre, transformar lágrimas en gozo, soledad en esperanza, muerte en vida. Porque Jesús revela en cada hecho, en cada palabra —palabras que nos tienen también a nosotros por destinatarios— la Salvación que Dios ofrece.


    Señor Jesús, también tú sales a nuestro encuentro en nuestros propios caminos oscuros, cuando sentimos la soledad y el peso de fracasos y muertes que parecen definitivas. Haz que creamos en tu Palabra, que nos dejemos sostener por ti, y que en nuestro dolor descubramos que Tú eres siempre el caminante a nuestro lado que nos devuelve la esperanza. Amén.

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