lunes, 1 de febrero de 2021

Manos de viejo (I domingo sin misa)


A la luz cenital y blanca
de este mediodía de sueño, 
he mirado con asombro mis manos:
manos de viejo. 
Y recordé de inmediato, 
después de tantos años,
otras manos de joven,
-¡¡¡las mismas!!!, ¡tan otras!-
que una señora amiga,
           (¿señora?)  (¿amiga?)
quiso fotografiar por gusto
obteniendo a cambio
mi rubor y mi rechazo. 
Un lustro apenas hacía
habían sido a ti consagradas
 ¡Señor! y ¡Amigo!
Ofrenda escogida del universo 
para ayudarte, cada día,
a ofrecer el sacrificio de Tí mismo,
que requiere de la carne
que los Ángeles no tienen. 

Manos ayer limpias,
que tanto se ensuciaron.
Manos tersas,
que tanto hoy se arrugaron. 
Manos puras 
que siempre tanto te ofendieron. 
Manos como un viejo cáliz,
preterido y patinado,
pero dispuesto, si quieres,
mañana a ser empuñado 
de nuevo por tus divinas manos:
Suscipe Sancte Pater 
Omnipotens aeterne Deus...

Inútiles ahora, SÍ, Bendito seas,
cuanto quieras, mientras quieras...
porque el Sacrificio es el tuyo.
Y yo -mis manos- tu Cáliz viejo, 
y Tú -mi Corazón- mi Vino nuevo.
Pero mañana... si quieres, 
otro comienzo.