Oraciones


Recogemos distintas oraciones que nos gustan, algunas poco conocidas, otras de composición propia. Se irán añadiendo poco a poco, sin necesidad de hacer referencia al tiempo litúrgico que se esté viviendo.


DOS ORACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS: 
SÚPLICA Y CONSAGRACIÓN
(tomadas del “Oracional con el Corazón de Cristo” de Pablo Cervera)
 
         Señor Jesús, clemente Salvador del mundo: humildemente te suplico, por tu Sagrado Corazón, que todas las ovejas descarriadas se conviertan a ti, Pastor y Obispo de sus almas, que vives y reinas por todos los siglos de los siglos. Amén.

Amable Jesús mío: yo con el fin de dar testimonio y reparar mis infidelidades, te entrego mi corazón, me consagro enteramente a ti y propongo, ayudado de tu gracia, no volver a ofenderte más.



OTRA ORACIÓN DIARIA A MARÍA 
EN EL MES DE MAYO


¡Oh Santísima Madre mía!, siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti. Pero especialmente en este mes de mayo que los cristianos dedicamos a tu amor.

Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor a Jesucristo. Amén.


DEL ALMA A SU SEÑOR

Hazlo Tú todo en mí, que yo me preste
a tu acción interior pura y callada;
hazlo Tú todo en mí, que aunque me cueste
me dejaré labrar sin decir nada.

Hazlo Tú todo en mí, que yo te sienta
ser en mí dirección y disciplina;
hazlo Tú todo en mí, que estoy sedienta
de ser canal de tu virtud divina.

Autor desconocido



Oración de Santo Tomás de Aquino
            Aquí me acerco, Dios todopoderoso y eterno, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.

            Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis a bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguera, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salvación de mi alma.
            Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento ¡Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.
            ¡Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra.
           El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


ELEVACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD 
de Santa Isabel de la Trinidad 
(1880-1906)


¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme enteramente de mí para establecerme en Ti, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ti, ¡oh mi Inmutable!, sino que cada minuto me sumerja más en la hondura de tu Misterio.
Inunda mi alma de paz; haz de ella tu cielo, la morada de tu amor y el lugar de tu reposo. Que nunca te deje allí solo, sino que te acompañe con todo mi ser, toda despierta en fe, toda adorante, entregada por entero a tu acción creadora.

¡Oh, mi Cristo amado, crucificado por amor, quisiera ser una esposa para tu Corazón; quisiera cubrirte de gloria amarte… hasta morir de amor! Pero siento mi impotencia y te pido «ser revestida de Ti mismo»; identificar mi alma con todos los movimientos de la tuya, sumergirme en Ti, ser invadida por Ti, ser sustituida por Ti, a fin de que mi vida no sea sino un destello de tu Vida. Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.

¡Oh, Verbo eterno, Palabra de mi Dios!, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero hacerme dócil a tus enseñanzas, para aprenderlo todo de Ti. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las impotencias, quiero fijar siempre la mirada en Ti y morar en tu inmensa luz. ¡Oh, Astro mío querido!, fascíname para que no pueda ya salir de tu esplendor.

¡Oh, Fuego abrasador, Espíritu de Amor, «desciende sobre mí» para que en mi alma se realice como una encarnación del Verbo. Que yo sea para El una humanidad suplementaria en la que renueve todo su Misterio.

Y Tú, ¡oh Padre Eterno!, inclínate sobre esta pequeña criatura tuya, «cúbrela con tu sombra», no veas en ella sino a tu Hijo Predilecto en quien has puesto todas tus complacencias.

¡Oh, mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad donde me pierdo!, yo me entrego a Ti como una presa. Sumergíos en mí para que yo me sumerja en Vos, mientras espero ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas.



LETANÍAS DE LA HUMILDAD      
Cardenal Rafael Merry del Val (1865-1930), secretario de Estado con san Pio X

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser halagado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.
Amén.


Oración del P. Vincent McNabb O.P. (1868-1943) 


«Señor Jesús, aquel a quien tú amas está enfermo» (Jn 11,3)

Aquel a quien tú amas se ha perdido.
Te he perdido.
No puedo encontrarte.
Encuéntrame.
Búscame.
No puedo encontrarte.
Perdí mi camino.
Tú eres el Camino.
Encuéntrame, o estaré perdido sin remedio.
Tú me quieres.
No sé si te amo;
pero sé que tú me quieres.
No te ofrezco mi amor, sino el tuyo.
No te ofrezco mi fuerza, sino la tuya.
No te ofrezco mis obras, sino las tuyas.
Aquel a quien tú amas está enfermo.
No me atrevo a decir:
Aquel que te ama está enfermo.
Mi enfermedad consiste en que no te amo.
Ése es el origen de mi enfermedad, que me lleva a la muerte.
Me estoy hundiendo.
Levántame.
Ven a mí sobre las aguas.
Señor Jesús, «aquel a quien tú amas está enfermo».

Retiro de Cuaresma CEU San Pablo Andalucía
Sevilla, 7 de marzo de 2020
Padre Manuel Orta



Oración de San Juan de la Cruz
Concédeme, oh Cristo,
un constante deseo de imitarte
en todas mis acciones.
Ilumina mi espíritu,
para que contemplando tu ejemplo,
aprenda a vivir como tú has vivido.
Ayúdame, Señor, a renunciar
a todo lo que no es plenamente
para honor y gloria de Dios.
Y esto por amor tuyo, Jesús,
que en la vida quisiste hacer en todo
la voluntad del Padre.
Oh Señor, haz que yo te sirva
con amor puro y sincero,
sin esperar a cambio
éxitos o felicidad.
Que yo te sirva y te ame, oh Jesús,
sin ningún otro propósito 
que tu honor y tu gloria.
Amén


Oración atribuida a San Bruno
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San Bruno
Tú, que eres mi Señor
Tú, cuya voluntad prefiero a la mía.
No me es posible contentarme con palabras
al presentarte mi oración.
Escucha mi grito que te suplica como un inmenso clamor…
Tú, de quien me he constituido siervo:
Te ruego con perseverancia e insistiré en mi ruego,
hasta merecer alcanzar tu favor.
Pues no anhelo un bien de la tierra;
no pido más que lo que debo pedir:
sólo a Ti…
¡Ten piedad de mí!
Y pues inmensa es tu misericordia
y grande mi pecado,ten piedad de mí inmensamente
en proporción a tu misericordia.
Entonces podré cantar tus alabanzas,
contemplándote, Señor.
Te bendeciré con una bendición
que perdurará a lo largo de los siglos;
te alabaré con la alabanza y la contemplación,
en este mundo y en el otro,
como María, de quien nos dice el Evangelio,
que ha escogido la parte mejor.
Amén.



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San Bernardo de Claraval
Oración atribuida a San Bernardo
Acordaos, oh piadosísima Virgen María,

que jamás se ha oído decir
que nadie que acudiese a vuestra protección,
implorase vuestra asistencia
o reclamase vuestro socorro,
hubiera sido desamparado.
Yo, animado de tal confianza,
a Vos acudo, oh Madre Virgen de las vírgenes.
delante de Vos me presento,
pecador de mí, llorando mis culpas.
Dignaos, oh Madre del Hijo de Dios,
escuchad mis súplicas,
antes bien, oídlas con benignidad
y despachadlas favorablemente.

2 comentarios:

  1. Me uno en oración a toda la iglesia por todos los que no ora y por todos los alejados de Dios para que les llegue pronto ese encuentro. Elevo mi plegaria de San Bernardo, hoy su santo, a la Santísima Virgenm por Jesucristo nuestro Señor,
    Que Dios le bendiga.

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  2. Amén, amén. Hay que orar mucho por los que no oran, y pedir la salvación de todos. Tiene mucha razón. Dios la bendiga,

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