“Con tan buen amigo presente -nuestro Señor Jesucristo-, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita. Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes” (Santa Teresa de Jesús, Libro de su vida, cap. 22, 6-7.12.14).
Con estas palabras, Teresa, cuya fiesta celebramos hoy, nos descubre el corazón de su experiencia mística: la certeza de que el alma sólo llega a Dios a través de la humanidad de Cristo. No hay otro camino más seguro ni más dulce. Jesús es el “buen amigo” y el “capitán” que se adelanta a nosotros, pero también el compañero fiel que nunca se aleja del alma que quiere ser su amiga. No sólo en los momentos de sufrimiento, sino en todos los instantes de la vida está siempre ahí, presente y atento, dispuesto a darnos su gracia. Su humanidad, cercana y sacratísima, es la puerta por la que Dios se deja alcanzar; en ella el alma encuentra descanso y seguridad, porque en ella se encierra todo el amor divino.
Teresa insiste con fuerza en que no debemos “dejar atrás a Cristo” al avanzar por la senda de la oración. En su tiempo, algunas corrientes espirituales consideraban que la humanidad de Jesús era sólo para los principiantes, y que el alma perfecta debía elevarse a una contemplación más “pura” del Verbo eterno o de la divinidad sin mediaciones. Ella rechaza con energía ese error. Para Teresa, cuanto más alta es la unión, más hondamente se ama la humanidad de Cristo. El alma no se aparta de Él, sino que se adentra más profundamente en su misterio. Por eso afirma con convicción: “por esta puerta hemos de entrar”, porque sólo a través de Cristo se llega al Padre, y sólo en Él se revelan los secretos del amor divino.
Señor Jesús, Amigo verdadero, quédate con nosotros. Haz que aprendamos a conocerte y amarte en tu Humanidad santa. Que nunca te busquemos lejos ni te olvidemos en nuestras ocupaciones. Danos un corazón atento a tu presencia y confiado en tu gracia. Enséñanos a descubrir en ti al Padre y a vivir siempre en tu amistad. Que Tú seas nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestro descanso. Así sea.
 
¡¡¡PADRE MANUEL, FELIZ DÍA DE SANTA TERESA!!!
ResponderEliminarQUIEN A DIOS TIENE, NADA LE FALTA. ¡¡¡SOLO DIOS BASTA!!!