miércoles, 8 de octubre de 2025

LA MISERICORDIA INFINITA


    “Mi misericordia es más grande que tus pecados y que los de todo el mundo. ¿Quién podrá medir la amplitud de mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra; por ti permití que me clavaran en la cruz; por ti dejé que mi Corazón fuera herido con la lanza, abrí así para ti la fuente de misericordia. Ven, pues, con confianza a beber de esta fuente. Jamás rechazo un corazón contrito. Tu miseria ha quedado sumergida en lo más profundo de mi misericordia. No discutas conmigo sobre tu miseria” (Santa Faustina Kowalska, Diario, 1485-1486).


    En estas palabras, Jesús revela a Santa Faustina, cuya fiesta celebramos hoy, la inmensidad de su misericordia, que sobrepasa con creces nuestras maldades y pecados. Él invita con ternura –a ella y a nosotros– a acercársele con confianza, sin sospechas, sin prevención ni defensas, permitiendo que esa misericordia funda las miserias y transforme al pecador. Cada alma, por más hundida que esté, sigue siendo objeto de esa ternura que no se cansa de buscarla. El contraste es muy grande: nuestra miseria frente a la generosidad divina. Frente a una misericordia que no es tibia ni cicatera, sino inmensamente generosa, y que ha sido obtenida por el sacrificio del Redentor.


    Eso nos lleva a contemplar un misterio central de nuestra fe cristiana: que Dios no nos espera en la lejanía, sino que Él mismo, haciéndose Enmanuel, ha venido a habitar entre nosotros. Y que ha abierto para nosotros una fuente de gracia en su Corazón traspasado. Él nos exhorta sin cesar: “Ven con confianza”; y lo hace con urgencia, sin esperar a que primero nos limpiemos a nosotros mismos, sino animándonos a acudir tal como somos, en la sinceridad del corazón.


    Que en la fiesta de Santa Faustina esta invitación se convierta en eco en nuestro propio corazón. Que aprendamos a dejar caer todas las defensas humanas, las apariencias y los miedos, para acercarnos con libertad y sencillez al Corazón misericordioso de Jesús.


    Señor Jesucristo, que tu Divina Misericordia inunde mi corazón; concédeme la gracia de confiar en ti sin reservas, y de permitir que esa misericordia se refleje sobre los demás. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario