jueves, 23 de octubre de 2025

DESDE MI VENTANA


    “He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!” (Lc. 12,49-50).


    Hoy celebramos la fiesta de san Juan de Capistrano (1386-1456), franciscano y gran predicador de la Palabra de Dios. Fue un apóstol infatigable que recorrió buena parte de Europa enseñando el camino de la verdad, combatiendo herejías y sembrando paz entre los que se enfrentaban como enemigos. Fue un hombre ardiente, lleno de fervor interior, movido por la fe y el amor a Cristo. Y precisamente en el Evangelio de hoy, Jesús dice que ha venido “a prender fuego a la tierra”. Ese fuego divino encendió el alma de san Juan de Capistrano y lo hizo testigo apasionado del Evangelio, llevando la luz de Cristo allí donde la fe se había enfriado. Sin embargo, este santo fraile sabía también recogerse en su convento, guardando silencio ante Dios, dejando que la oración renovara en su alma la llama del Espíritu, y lo colmara de amor.


    Como saben, me encuentro ahora en Castrojeriz, dando ejercicios espirituales a las hermanas Clarisas. Desde la ventana de mi alojamiento contemplo las ruinas del antiguo castillo, elevadas sobre la colina y recortadas contra un cielo gris. En esas piedras gastadas se refleja el paso del tiempo, la huella de lo que un día fue fortaleza y hoy es ruina. Y me parecen una imagen de nuestra fe: una fe que en muchos corazones se ha agrietado o derrumbado, herida por el olvido o el cansancio. Pero también una llamada a reconstruirla: a levantar de nuevo, piedra a piedra, el castillo interior de la confianza en Dios; a restaurar lo que está caído y devolver a la fe su esplendor y su fuerza. Solo así podrá volver a ser una fortaleza luminosa, visible desde lejos, hacia la cual los hombres puedan mirar en busca de orientación y esperanza.


    Señor Jesús, Tú que encendiste en san Juan de Capistrano el fuego de tu amor, haz que también nosotros ardamos en ese fuego santo. Renueva en nosotros la fe, repara lo que está en ruinas y haz de nuestra vida una llama que ilumine el mundo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario