sábado, 23 de agosto de 2025

UNA LÓGICA DISTINTA


    “Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar ‘rabbí’, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mt. 23, 8-12).


    Este pasaje del Evangelio de hoy nos invita a volver a una verdad esencial: solo Dios es Padre, solo Cristo Jesús es Maestro. Las dignidades humanas, los títulos y honores que nos damos unos a otros son pasajeros y, si no se purifican adecuadamente en el amor, pueden convertirse en obstáculos para la fraternidad. Jesús nos recuerda que, más allá de cualquier función que desempeñemos, somos hermanos. La fraternidad es la raíz de la comunidad cristiana, porque nace de la fe en que tenemos un mismo Padre, se fortalece en la única enseñanza del Hijo, y se realiza en la comunión del Espíritu Santo. 


    El camino que propone el Señor es paradójico: el grande es el que sirve, el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. No se trata de una simple inversión de valores, sino de vivir según la lógica del Reino, donde el amor se expresa en servicio y el poder se entiende desde la entrega generosa. La verdadera grandeza no se mide por la autoridad que se ejerce, sino por la capacidad de hacerse pequeño, de arrodillarse ante los hermanos para lavar sus pies.


    Jesús, Maestro y Señor, enséñanos a vivir en la humildad del servicio, a reconocer en Ti al único que nos guía y a honrar a todos nuestros hermanos como hijos de un mismo Padre. Amén.

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