miércoles, 9 de julio de 2025

DIOS ES FRATERNIDAD



    Desde hace 20 años, dirijo en la radio un programa que se titula Palabra y Vida, y en momentos como los que he vivido esta última semana, descubro cómo, efectivamente, no sólo la Palabra, sino también la vida, son fuentes de las que podemos extraer gracia que nos conforta.


    Durante ocho días he convivido en la ciudad de Burgos con una comunidad de hermanas Clarisas, en su monasterio gótico, antiquísimo, donde las piedras rezan, y el silencio y la penumbra parecen tener siglos e invitan al recogimiento. En ese espacio sagrado, hemos compartido la vida: la oración litúrgica, la meditación de la Palabra, la Eucaristía, la búsqueda sincera de Dios y la alegría serena de los que caminamos en un mismo sendero de fe.


    Cada jornada estaba marcada por un ritmo que nos envolvía y nos sostenía: la celebración de la Santa Misa cada mañana, la adoración del Santísimo cada tarde, y el Rosario y el rezo coral de las vísperas del Oficio divino, entonadas siempre en gregoriano, acompañado y seguido por el pueblo asistente, con un gran sentido litúrgico.


    He podido comprobar, una vez más, que la vida cristiana florece cuando se apoya en estos tres pilares: la Eucaristía celebrada, la Eucaristía adorada y la fraternidad vivida. Todo eso lo he encontrado aquí, entre estas hermanas que oran por el mundo, con el mundo y desde el mundo, aunque permanezcan ocultas a sus ojos.


    El lenguaje común de la fe, la paz de sabernos en casa, aunque no compartiéramos la misma vocación, la experiencia de sabernos miembros de un solo Cuerpo… todo ha sido gracia. Y cuando el alma recibe tanto, solo puede dar gracias.


Señor Jesús,

Tú eres el Pan bajado del cielo, la luz que brilla en nuestra noche, el vínculo que nos une como hermanos.

Gracias por estos días de encuentro y silencio, de escucha y de alabanza, de comunión verdadera.

Gracias por la vida oculta de los contemplativos, sostén invisible de la Iglesia.

Gracias por habernos reunido en tu Nombre y haberte hecho presente en medio de nosotros.

Haz que nunca perdamos el sentido de la fraternidad, ni el gozo de saber que Tú estás con nosotros cada día. Amén.

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