viernes, 11 de julio de 2025

MAESTRO EN LA ESCUELA DE DIOS



    “Oh, Dios, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio; concédenos que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo… Amén”.


    Hoy es la fiesta de san Benito de Nursia, patrono de Europa, y en esta ocasión no encabezamos esta entrada con un texto bíblico, sino con la oración litúrgica de la misa, que encierra de forma admirable la clave espiritual de su vida y de su legado.

    San Benito nació hacia el año 480, cuando Europa entera se tambaleaba tras la caída del Imperio romano. Él no conoció su antiguo esplendor, pero intuyó con sabiduría divina que el alma del hombre seguía necesitando luz, estructura y sentido. Primero como eremita en Subiaco, luego como abad en Montecasino, san Benito no intentó reconstruir una civilización exterior ya colapsada, sino levantar templos interiores donde Dios pudiera habitar. Fue un sembrador de orden, de oración y de paz en medio del caos. La Iglesia lo llama “esclarecido maestro en la escuela del divino servicio”, expresión tomada de su propia Regla, que define así la vida monástica: una escuela donde se aprende, con paciencia y amor, a servir a Dios cada día, en lo pequeño y en lo grande.


    La escuela del divino servicio no es solo para monjes; es un símbolo vivo de toda existencia cristiana: vivir como discípulo, vivir adorando. En ella, Benito enseñó a preferir el amor de Dios a todas las cosas. Lo hizo no con grandes discursos, sino con el ejemplo sereno de una vida consagrada a la oración, al trabajo y a la fraternidad. Por eso es patrono de Europa: porque supo encarnar con radicalidad el primer mandamiento —amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón— y porque propuso a otros ese camino, que se convirtió en raíz espiritual de un continente.


    La oración pide también avanzar por la senda de los mandamientos con libertad de corazón. No hay verdadera libertad si el corazón está dividido o esclavizado por los ídolos del mundo. San Benito, al abrazar la estabilidad, la obediencia y la humildad, encontró una libertad más profunda que la de hacer lo que uno quiere: la libertad de amar lo que Dios quiere. Y desde esa libertad interior se vuelve posible caminar con paso firme, sin perderse, iluminado por la ley del Señor que es lámpara y guía.


    Señor Jesús, que hiciste de san Benito una columna de sabiduría y de paz en los días oscuros de Europa, enséñanos a preferirte sobre todas las cosas, a vivir con corazón libre y a avanzar fielmente por la senda de tus mandamientos. Amén.

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