sábado, 28 de junio de 2025

ESTE CORAZÓN QUE TANTO HA AMADO A LOS HOMBRES (II)


     Hoy sábado celebramos la memoria del Inmaculado Corazón de María, y lo hacemos con especial gratitud por la ternura maternal con la que Ella nos lleva al Corazón de su Hijo. Ayer comenzamos la meditación de las doce promesas que el Sagrado Corazón de Jesús reveló a santa Margarita María de Alacoque, y hoy, continuando esa contemplación amorosa, presentamos las seis promesas restantes, acompañadas también de una breve reflexión espiritual que ayude a acogerlas interiormente.

7. “Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.”

El Corazón de Jesús no solo tolera al pecador, sino que lo busca. Es un océano donde ninguna miseria puede desbordar el caudal de gracia. No hay pecado que supere su amor. En este Corazón, el pecador encuentra no solo perdón, sino también descanso, consuelo y dignidad restaurada.

8. “Las almas tibias se volverán fervorosas.”

La tibieza espiritual es una enfermedad silenciosa. Apaga el amor sin que uno se dé cuenta. Pero basta entrar en contacto con el fuego de este Corazón para reavivar la llama. Jesús no nos reprocha nuestra frialdad, nos calienta con su ardor. Su amor despierta, sacude y enciende.

9. “Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.”

El Corazón de Jesús no se conforma con nuestra entrega parcial. Quien se da, recibe aún más. El fervor sostenido se transforma en santidad. El Corazón de Cristo lleva a las almas por caminos de mayor unión, de humildad escondida, de caridad plena, hasta la cumbre de la perfección evangélica.

10. “Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.”

El Corazón de Jesús quiere reflejarse en el corazón del sacerdote. No es elocuencia ni fuerza humana lo que convierte, sino la participación del sacerdote en el amor redentor de Cristo. Quien predica desde su Corazón, toca lo profundo, rompe resistencias, ablanda piedras.

11. “Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de Él.”

El nombre escrito en su Corazón es signo de predilección eterna. Difundir esta devoción no es solo hablar de ella, sino vivirla, contagiarla, encarnarla. Es un apostolado escondido pero fecundo, que nace de la gratitud y se convierte en signo de elección divina.

12. “Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.”

Es una promesa solemne, y a la vez un gesto inmenso de misericordia. Jesús no nos asegura una muerte fácil, sino una muerte santa. No exime del combate, pero ofrece refugio seguro. El que ha sido fiel al Corazón de Cristo, será sostenido por Él en la hora de la verdad. ¡Qué paz produce esta promesa para quien se ha confiado a su amor hasta el final!


Jesús, manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario