jueves, 8 de mayo de 2025

SEGUNDO DÍA DEL CÓNCLAVE

    “Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías, y le preguntó: «¿Entiendes lo que estás leyendo?» Contestó: «¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?” (Hechos 8,30-31).    


    Ayer, Roma estaba atestada de gente. Multitud de cadenas de televisión en todas las lenguas se hallaban en el entorno de la plaza de San Pedro, improvisando platós en mitad de la calle y desplegando una febril actividad con entrevistas a “expertos” o a simples turistas paseantes. Al final, como era previsible, humo negro. Decepción. ¿Decepción? ¿Qué habrán entendido la mayoría de estas personas? No nos damos cuenta de que, para saber qué está ocurriendo, más que a los medios, debemos acudir a la Palabra de Dios.


    La escena de Felipe y el eunuco etíope, que es la primera lectura de la misa de hoy, nos revela una verdad fundamental: la Palabra de Dios necesita ser proclamada, explicada y vivida por quienes han sido llamados a enseñar. El eunuco, a pesar de su deseo de comprender, reconoce su necesidad de guía. Felipe, movido por el Espíritu Santo, se convierte en ese guía que, con fidelidad, humildad y amor, le explica las Sagradas Escrituras y le anuncia a Jesús. Y todo sin relumbrón ni concesiones a la galería. 


    En este segundo día del cónclave, recordamos que el Papa, como sucesor de Pedro, tiene la misión de ser maestro de la fe. No está llamado a adaptar la Palabra al gusto del mundo, para convertirse en un líder convincente o en un influencer muy popular, sino a proclamarla con valentía y sencillez, guiando al pueblo de Dios hacia la Verdad que libera y da vida. Esta responsabilidad también recae en todos los pastores, quienes deben enseñar no desde sus propias opiniones, sino desde la Palabra de Dios, iluminada por el Espíritu Santo.


    En un mundo donde muchísimas voces confunden y desvían, necesitamos pastores que, como Felipe, se acerquen con prontitud y expliquen las Escrituras con fidelidad y amor. Que el nuevo Papa sea un hombre de la Palabra, que la escuche, la medite y la enseñe con claridad, guiando a la Iglesia por caminos de Verdad y de Vida.


    Señor Jesús, Maestro y Pastor,

Tú que abriste el tesoro de las Escrituras a tus discípulos y encendiste sus corazones, te pedimos que ilumines a los cardenales reunidos en cónclave. Concédeles discernimiento para elegir al nuevo Papa, un maestro fiel que, como Felipe, guíe a tu pueblo en la comprensión de tu Palabra.


    Haz que nuestros pastores sean hombres de oración y estudio, que enseñen con claridad y vivan con coherencia, para que, guiados por ellos, comprendamos las Escrituras y caminemos hacia ti, que eres el Camino, la Verdad y la Vida.


    María, Madre de la Iglesia, intercede por nosotros. Amén.

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