lunes, 26 de mayo de 2025

ORACIÓN ES VACIARSE


    Un pastor que quiera fabricar una flauta debe cortar una caña, vaciarla y abrirle agujeros. Solo entonces podrá soplar en ella y arrancarle hermosas melodías. Así también nosotros: si queremos ser flauta en manos del buen Pastor, debemos dejarnos vaciar.


    Orar no es llenarse de cosas espirituales, ni acumular emociones o palabras. Orar es vaciarse. Es despojarse de lo accesorio, del ruido, del orgullo, de las prisas. Es hacer silencio por dentro. Reconocer que el ser, la vida y la plenitud son de Dios. Y que nosotros solo podemos ser instrumentos suyos si dejamos espacio para que Él sople en nosotros.


    La oración verdadera nos vacía para que Dios pueda llenarnos. No a nuestro modo, sino al suyo. Y entonces sí: entonces nuestra vida empieza a sonar. No como un ruido incoherente, sino como una música armoniosa que Dios compone con nosotros para el bien del mundo.


    Señor, vacíame de mí mismo. Quita de mi alma lo que estorba, lo que pesa, lo que suena mal. Hazme flauta en tus manos, y toca en mí la melodía que Tú has soñado desde siempre. Así sea. 



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