AQUÍ ESTAMOS DE NUEVO
Soy un privilegiado, un gran privilegiado;
lo reconozco. Desde el patio de mi casa puedo repetir con toda verdad lo que
decía el autor de la “Imitación de Cristo”: “¿Qué puedes ver en otro lugar
que aquí no lo veas? Aquí ves el cielo, y la tierra, y los elementos, de los
cuales fueron hechas todas las cosas” (lib.I, cap.XX).
Contemplo unos atardeceres bellísimos; veo
brotar los tallos del limonero y madurar sus coloridos frutos; escucho el canto
de los pájaros, las campanas de la parroquia del pueblo, el murmullo cantarino
del agua que corre y el zumbido de los insectos. Aspiro el aroma de mi jardín,
y el perfume de los jazmines y el azahar.
Y sin embargo, hace más de un año parece
que la vida se detuvo. Las tinieblas más espesas aparecieron y la esperanza fue
puesta a dura prueba. Los habituales seguidores de este modesto blog ya se
dieron cuenta de que algo pasaba: ni siquiera en los meses dolorosos de 2021 en
que padecí el covid había dejado de publicar aquí.
Supliqué oraciones pero guarde silencio;
continué lo mejor posible el desempeño de mis obligaciones pastorales y aguardé
el momento de Dios. Un momento que nos hace anhelar su presencia y salvación
con la mayor intensidad.
Desde hace algunos meses ya puedo rezar con
el salmista: “Cuando te invoqué me
escuchaste, acreciste el valor de mi alma” (Sal.137,3). Y continuando con
el mismo salmo: “te doy gracias, Señor,
de todo corazón”, “tu misericordia es
eterna, no abandones la obra de tus manos”.
Y es la gran lección. En medio de la más
terrible opresión y angustia me he dado cuenta de que basta con doblar las
rodillas y cerrar los ojos para contemplar un horizonte tan vasto,
sobrecogedor, y al mismo tiempo fascinante, como jamás pudiera haber imaginado
que existiera. Ahora cada día entraña
una aventura nueva, aunque el paladar espiritual se queje, ávido de otros
manjares más dulces y ligeros
Ya te has dado cuenta, querido lector, que
el nombre de ese horizonte infinito y liberador es Dios, y que la aventura
-quizá la única aventura real que nos sea dado vivir en el siglo XXI- se llama
contemplación.
Nos puede consolar el tener por delante una
eternidad para ir descubriéndolo, conociéndolo, amándolo.
Por eso retomo el blog con una finalidad
bien sencilla. Con palabras de Ramón Llul (Lulio) en su “Libro de amigo y
Amado”, y con su mismo objetivo: para “multiplicar el fervor y la devoción
entre los ermitaños, a quienes quería enamorar
de Dios”.
Si leen sus anteriores entradas, y navegan
por las distintas pestañas que tiene, verán que se trata de reflexiones que
sólo encuentran su inspiración en la Palabra de Dios; una Palabra escuchada,
meditada, rumiada o contemplada, ya en el silencio, ya en el vértigo de la vida,
desde el séptimo cielo, o desde el más profundo abismo. Una Palabra que es la
única guía segura con la que uno puede adentrarse en la aventura de la vida
interior.
Ojalá nos ayuden a todos a “enamorarnos de
Dios”.
Bien hallado, querido Padre Orta. Le echábamos de menos, necesirados como estamos del maná de sus palabras, siempre formadoras, siempre conductoras...
ResponderEliminarAquí estamos, a la escucha...
Con mucho retraso pero: ¡gracias! Aunque el maná que necesitamos cada día es la Palabra de Dios, no mis comentarios. Hasta ahora no aprendí a dar respuesta a los comentarios. Perdón por mi torpeza. Mi bendición,
EliminarAlegría plena de tenerle de nuevo, Don Manuel.
ResponderEliminar¡Dios le bendiga!
Y a ti también. Gracias y un fuerte abrazo,
EliminarPadre: la oración tiene una fuerza impresionante. Lo sabe. Dios no puede resistirse a la insistencia, nos lo explicó en la imagen de la viuda y el juez. Muchísimas gracias por volver a escribir. Gracias a Dios.
ResponderEliminarGracias por leerme. Si, la fuerza de la oración es inmensa. Omnipotente como el mismo Dios cuando toca su Corazón de Padre desde un corazón pobre y arrepentido. Mi bendición,
EliminarSus palabras me recuerdan a la respuesta que dio Tolkien cuando le preguntaron por el sentido de la vida. Su respuesta fue: "El sentido de la vida consiste en conocer cuanto más se pueda a Dios, amarle y darle gracias"
ResponderEliminarCelebro que se haya recuperado y reincorporado. Echo de menos nuestras conversaciones y le recuerdo con todo cariño. Desde El Escorial, un fuerte abrazo.
Un fuerte abrazo Enrique. Siento no estar más cerca o no disponer de mucho tiempo. Mi bendición,
EliminarMe emociona este editorial.
ResponderEliminarSolo me dan ganas de más conocerLo y amarLo.
Gracias padre
Esa es, esa tiene que ser, nuestra tarea: mejor conocerle y más amarle. Y quien le/la llena de deseos no soy yo, sino claramente el Espíritu Santo. ¡Qué gran consuelo! Con mi bendición,
Eliminarque alegría Padre Orta de tenerlo aquí de nuevo !!! Gloria a Dios !! le sigo todos los días en Radio María en su programa Palabra y Vida , y no sabe usted cuento me ayuda! me gustaría mucho conocerle o saber en qué parroquia está de Sevilla , pues yo vivo en Sevilla también . Dios lo bendiga por muchos años
ResponderEliminarDesde hace 14 años no tengo parroquia, pero habitualmente celebro los domingos la misa de 12 en la capilla de San Antonio Abad de la Hermandad del Silencio (calle Alfonso XII). En la pestaña “Agenda” de este blog iré avisando de los domingos en que por estar ausente no la puedo celebrar. Gracias por tus palabras y recibe mi bendición,
EliminarEstimado Padre Orta:
ResponderEliminarLe sigo desde sus inicios en Radio María y le confieso que no puedo comenzar mis días sin escuchar su reflexión. Me encanta cómo explica Usted la Palabra y el entusiasmo y la pasión que en ello pone.
Había visitado su blog y me daba cuenta de que no publicaba, pero como es una persona muy ocupada , creí que era esa la razón. Usted, gran experto en Santos-como también lo demuestra en Ciudadanos del Cielo-, sabe que ellos también padecieron pruebas de fe. Me alegra saber que de encuentra mejor.
Le reitero mi agradecimiento y le tengo en mis oraciones.
Un cariñoso saludo,
Ana (Desde Salamanca)
Muchas gracias por tus palabras y oraciones. Ya en el blog hemos actualizado el santo del mes y procuraré ir publicando cosas en las distintas pestañas que tiene. Y, sí, algunos santos atravesaron terribles noches oscuras. Pero lo peor es experimentar algo de esto sin ser santo. Con mi oración y bendición,
EliminarQuerido Padre ORTA, me alegro muchísimo de su vuelta, enriquece de verdad con sus palabras a mi familia.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras de aliento. Mi bendición,
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