miércoles, 12 de marzo de 2025

CONVERSIÓN EJEMPLAR

 


    “Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando: Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada. Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal” (Jon. 3,4-5).


    Jonás entra en Nínive con un mensaje de destrucción inminente: “Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada”. Sin embargo, lo que ocurre es asombroso. Los ninivitas no huyen aterrorizados ni intentan salvar sus bienes. No actúan como quienes creen que la catástrofe es inevitable, sino como quienes creen en algo más grande que la amenaza misma. Creen en Dios. Y ese acto de fe no es una mera aceptación del castigo, sino una apertura a la misericordia. Saben que Dios es justo, pero también saben que es compasivo. Se revisten de sayal de penitencia, ayunan, claman a Él con humildad. No están resignados a la destrucción; esperan en la bondad de Dios.


    Esta es la gran enseñanza del pasaje. No basta con oír la advertencia de un profeta y tomarla como una sentencia inapelable. Lo que transforma la historia es la fe en Dios, en su amor, en su capacidad de perdonar si hay conversión sincera. Jonás, por su parte, se enfurecerá cuando vea que Dios no destruye la ciudad. Él no entiende la lógica divina, pero los ninivitas sí. Porque la lógica de Dios no es la del castigo sin remedio, sino la de la misericordia ofrecida a quienes se vuelven a Él de todo corazón. Por eso dice por medio del profeta Ezequiel: “Acaso quiero Yo la muerte del malvado -oráculo del Señor Dios-, y no que se convierta de su conducta y viva?” (Ez. 18,23).


    En esta Cuaresma, también nosotros estamos llamados a escuchar la Palabra con esta fe. No con un temor estéril que nos haga buscar refugio en nuestra autosuficiencia, o salvación en los propios méritos, sino con la confianza de que Dios nos quiere transformar, nos llama a la conversión, nos busca incansablemente y nos espera con los brazos abiertos. Que nuestra fe en su misericordia se traduzca en obras concretas, en gestos de amor y arrepentimiento sincero.


    Señor, danos la gracia de creer en ti como lo hicieron los ninivitas. Que no solo temamos tu justicia, sino que confiemos plenamente en tu amor. Ayúdanos a vivir esta Cuaresma con un corazón sincero, con una fe que nos lleve a la conversión real y a la esperanza en tu perdón. Amén.

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