sábado, 1 de marzo de 2025

COMO NIÑOS

                                      

    Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Mc. 10, 14-15).


     Acercarse a Jesús es acercarse a su Palabra, escucharla con un corazón abierto, meditarla y tratar de aplicarla en la vida. No es, pues, un acercamiento abstracto o teórico, sino real y concreto. 

    Hoy Jesús nos habla en el Evangelio, en la Iglesia, en los acontecimientos de cada día. Pero muchos se quedan lejos porque no hacen ese esfuerzo de escucharle de verdad, porque sus corazones están llenos de otras voces que ahogan su Palabra.


    Hay muchas cosas que impiden a los hombres acercarse a Jesús: la soberbia de creerse autosuficientes, el ruido del mundo que aturde y distrae, los pecados que endurecen el corazón, el miedo a lo que su Palabra pueda exigir. También hay quienes convierten la fe en una ideología, perdiendo de vista que Jesús no es un concepto, sino una persona viva, a quien se ama y se sigue con sencillez.


    Por eso, quienes pueden acoger verdaderamente a Jesús son los pequeños. Son los que no complican las cosas, los que no buscan justificar sus errores con razonamientos, los que se dejan amar y se dejan guiar. Son los pobres de espíritu, los que saben que necesitan a Dios. Pero incluso ellos deben estar atentos, porque siempre acecha la tentación de complicarse, de querer controlarlo todo, entenderlo todo, en lugar de confiar.


    Jesús nos deja un aviso muy serio: “quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. No dice que sea recomendable ni que sea el mejor camino entre varios. Dice que es estrictamente necesario. Ser como niños es confiar, depender del Padre, vivir con sencillez, aceptar que no tenemos todas las respuestas, no endurecer el corazón. No es infantilismo ni ingenuidad, sino humildad y abandono en Dios.


    ¡Oh Jesús!

    Tú nos enseñas que solo quien se hace como un niño puede entrar en tu Reino. Dame un corazón sencillo, capaz de acogerte sin reservas, sin complicaciones ni miedos. Líbrame de todo lo que me impide acercarme a ti y confiar plenamente en tu amor. Enséñame a recibir tu Palabra con humildad y a abandonarme en ti con la confianza de un niño en los brazos de su Padre. Amén. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario