“Muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe” (Mc. 9, 22-23).
Señor Jesús, mi alcázar de refugio y mi esperanza:
Me acerco a ti con el corazón abatido y la mirada puesta en tu misericordia. Como aquel padre lleno de angustia que clamó por su hijo, yo también me encuentro muchas veces desbordado por las pruebas, sumergido en el más ardiente dolor y en el más frío desaliento. ¡Cuántas veces la vida me ha golpeado, y yo he sentido que todo se desmoronaba a mi alrededor!
Pero hoy, Señor, me arrodillo ante ti y repito con fe: “Si algo puedes, ten compasión de mí y ayúdame.” No porque dude de tu poder ni de tu misericordia, sino porque a veces mi fe es débil y mi confianza titubea.
Y Tú, desde la inmensidad de tu amor, me miras y me respondes: ”¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.” ¡Oh Jesús mío, enséñame a creer como Tú deseas! Que mi fe no sea un refugio en la desesperación, sino una entrega total a tu voluntad. Dame un corazón abandonado en ti, un corazón que no teme, un corazón que confía.
Sé Tú mi roca en la tormenta, mi descanso en el cansancio, mi luz en la oscuridad. No permitas que las dudas apaguen la esperanza ni que los miedos me aparten de tu amor. Quiero creer, Jesús, quiero fiarme de ti sin reservas. Aumenta mi fe, fortaléceme en la prueba y haz que, en cada momento de mi vida, mi respuesta sea siempre: “Señor, creo; pero ayuda mi poca fe”. Amén.
“Muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe” (Mc. 9, 22-23).
Señor Jesús, mi alcázar de refugio y mi esperanza:
Me acerco a ti con el corazón abatido y la mirada puesta en tu misericordia. Como aquel padre lleno de angustia que clamó por su hijo, yo también me encuentro muchas veces desbordado por las pruebas, sumergido en el más ardiente dolor y en el más frío desaliento. ¡Cuántas veces la vida me ha golpeado, y yo he sentido que todo se desmoronaba a mi alrededor!
Pero hoy, Señor, me arrodillo ante ti y repito con fe: “Si algo puedes, ten compasión de mí y ayúdame.” No porque dude de tu poder ni de tu misericordia, sino porque a veces mi fe es débil y mi confianza titubea.
Y Tú, desde la inmensidad de tu amor, me miras y me respondes: ”¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.” ¡Oh Jesús mío, enséñame a creer como Tú deseas! Que mi fe no sea un refugio en la desesperación, sino una entrega total a tu voluntad. Dame un corazón abandonado en ti, un corazón que no teme, un corazón que confía.
Sé Tú mi roca en la tormenta, mi descanso en el cansancio, mi luz en la oscuridad. No permitas que las dudas apaguen la esperanza ni que los miedos me aparten de tu amor. Quiero creer, Jesús, quiero fiarme de ti sin reservas. Aumenta mi fe, fortaléceme en la prueba y haz que, en cada momento de mi vida, mi respuesta sea siempre: “Señor, creo; pero ayuda mi poca fe”. Amén.
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