Páginas

sábado, 22 de febrero de 2025

LA EXIGENTE MISERICORDIA

                        


Tu bondad y tu misericordia me acompañan  todos los días de mi vida,y habitaré en la casa del Señor por años sin término” (Sal. 23, 6) (salmo responsorial de la misa de hoy).


    Algunos cristianos, cuando oyen hablar de la misericordia de Dios, la imaginan como una benévola indulgencia, como una paciente tolerancia, pero en definitiva como una actitud pasiva que soporta nuestras debilidades sin pretender transformarnos realmente. 

    Sin embargo, la misericordia divina no es en absoluto condescendiente ni resignada, sino que es un amor activo, eficaz, que nos busca, nos encuentra, nos levanta y nos transforma. 

    Nuestro Padre Dios no es un juez estricto y distante, ni tampoco un padre que tolere nuestras miserias; es un Dios que se abaja hasta nosotros, que nos ama incondicionalmente y que nos invita a confiar plenamente en Él.

    Santa Teresa del Niño Jesús lo expresaba de una manera encantadora: “Dios se ha hecho tan pequeño que no puede ser más que Amor”.


    El mayor error sería pensar que Dios solo nos mira con compasión sin desear cambiarnos, o que simplemente aguanta pacientemente nuestra debilidad sin ofrecernos una salida. Su misericordia nunca será una excusa para quedarnos como estamos, sino una fuerza que nos impulse a vivir en su amor. No nos pide que acumulemos méritos, sino que nos abandonemos en Él con la confianza de un niño.

    Santa Teresita comprendió que lo único necesario era entregarnos a la misericordia de Dios con total confianza. Porque no somos amados por nuestros méritos, sino porque Dios es amor. Y en este amor encontramos nuestra paz y nuestra esperanza.


    Señor, me abandono en tus manos con plena confianza, sabiendo que tu misericordia es más grande que mis pecados y miserias. 

    Enséñame a descansar en tu amor, sin miedo ni reservas; a mirarme como Tú me miras y a caminar siempre en tu luz. 

    Dame un corazón humilde que se deje transformar por tu gracia, y la certeza de que, aunque sea pequeño e imperfecto, tu misericordia puede obrar maravillas en mí. Amén.




No hay comentarios:

Publicar un comentario