“Dijo Jesús a sus discípulos: El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa” (Mc. 9, 41).
Jesús nos deja, en este versículo del evangelio de la misa del día, una enseñanza llena de delicadeza y profundidad. Un simple vaso de agua, un gesto sencillo, casi insignificante, es para Dios un acto digno de recompensa. En la economía del Reino, nada pequeño es despreciable cuando nace del amor y se ofrece por Cristo.
Este modo de ver la realidad me recuerda a san José, el hombre fiel y prudente a quien el Señor puso al frente de su familia.
José no hizo milagros, no pronunció discursos solemnes, no dejó escritos ni buscó reconocimiento. Su vida estuvo hecha de esos gestos discretos, humildes y constantes: preparar un taller, ganar el pan de cada día, proteger al niño Jesús y a los María, tomar decisiones difíciles en silencio y con confianza.
¿Cuántas veces habrán pasado desapercibidos sus sacrificios? Levantarse antes del alba para el trabajo, renunciar a comodidades, afrontar el exilio con valentía. Nadie se lo agradeció en vida, pero Dios lo vio todo. Y es que así actúa el Padre: “Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 6).
En nuestra vida, también nosotros estamos llamados a imitar a san José en esa fidelidad discreta, en ese amor que no busca brillar, sino sostener. No siempre se nos pedirá hacer grandes obras, pero sí pequeños gestos de entrega que, aunque parezcan insignificantes, tienen un valor inmenso a los ojos de Dios. ¿Cuántas veces pasamos por alto la oportunidad de dar un “vaso de agua” a alguien? Un tiempo de escucha, una palabra de aliento, un acto de paciencia en casa, un trabajo hecho en lo oculto. Todo ello es santificable cuando se hace por amor a Cristo.
Señor Jesús, enséñame a servir con humildad como san José. Que no busque el aplauso ni el reconocimiento, sino sólo hacer Tu voluntad en cada gesto pequeño de mi vida. Dame la gracia de ser fiel en lo oculto, sabiendo que Tú lo ves todo y que nada queda sin recompensa en tu Reino. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario